domingo, 18 de mayo de 2008

Partido en dos...

Entre la compañia y la soledad, no hay nada. Entre el silencio y el ruido tampoco, entre el amor y el odio, la angustia. Latencia que a veces tanto nos confunde, tanto nos atrapa, nos destruye. Confusión inyectada a la vena.

Son pocos los que gustan de la soledad y muchos los que nos dormimos cada noche esperando la llegada de un amor. Un amor de esos de peliculas, con pasión y dolor, pero con final feliz... Final de peliculas.

Cuando estamos solos y aun no hemos olvidado a quien amamos es inevitable sentir que todo está partido en dos, sentir que estamos en ese punto donde no hay nada. El vacío se hace tan inmenso que no podemos ver más allá. Ese es el minuto en que hay que detenerse a pensar, a sufrir, a analizar. Dar un paso en esas circunstancias puede ser una empresa destinada a fracasar en el 80% de los casos, por una razón elemental: No estamos concentrando nuestros esfuerzos en ella si no en una anterior... La pausa es necesaria para tomar un nuevo aliento y dar pasos simples...

"ante una duda razonable, siempre es recomendable la abstención"

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